Por definición, los recursos siempre serán escasos frente a la inmensa variedad de nuestras necesidades y deseos. Nuestras decisiones económicas están orientadas a ampliar los recursos a nuestro alcance para permitirnos satisfacer esas necesidades y deseos. La economía verde busca lograr lo mismo, pero desde una perspectiva de sostenibilidad.
La economía verde no es otra cosa que la práctica del desarrollo sostenible; una vía, modelo o sistema para lograr un crecimiento que sea sostenible en lo económico y también en lo social y lo ambiental.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha definido a la economía verde como “aquella economía que produce un mejor bienestar humano y equidad social, al tiempo que reduce significativamente los riesgos ambientales y la escasez ecológica.”
Esto supone, entre otras cosas:
- Un uso eficiente de los recursos naturales a nuestra disposición, sin desperdicios, y que al mismo tiempo asegure su preservación.
- Una reducción en las emisiones a la atmósfera de Gases de Efecto Invernadero, en particular de carbono, y de contaminantes que atenten contra la biodiversidad.
- Formas de producción, distribución y consumo socialmente incluyentes.
En resumen, la economía verde es una vía para alcanzar un desarrollo sostenible, duradero; es decir un crecimiento económico que respete al medio ambiente y sea socialmente justo.
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