Desertificación. Se entiende por desertificación la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas o subhúmedas secas. Esto puede resultar de causas naturales (desertización) o de actividades humanas como la deforestación, las malas prácticas agrícolas (ausencia de rotación de cultivos), el sobrepastoreo (lo que acaba con la cobertura de vegetación que protege a los suelos de la erosión), la sobreexplotación de los acuíferos, o el cambio climático, también impulsado por el ser humano. El PNUMA calcula que más de un tercio de la superficie de los continentes (35%) puede considerarse hoy área desértica. El gobierno de México considera que 28% del territorio nacional está en proceso de desertificación y que más del 58% de la población reside en zonas áridas.
Dado que la desertificación conlleva una disminución irreversible (a escala temporal humana) de los niveles de productividad de los ecosistemas terrestres y las consecuencias que ello implica para los distintos grupos humanos, la lucha contra este mal exige tomar medidas para la prevención o la reducción de la degradación de las tierras (la reforestación progresiva ha mostrado ser útil), la rehabilitación de tierras parcialmente degradadas (por ejemplo mediante la reconversión productiva a cultivos tolerantes a las condiciones de menores requerimientos de agua) y la recuperación de tierras desertificadas.
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